Nacido en 1869 en una aldea siberiana, Grigori Yefimovich comenzó su vida como el quinto hijo de una familia campesina. Su ascenso desde la pobreza hasta convertirse en consejero del zar Nicolás II sigue siendo uno de los enigmas más intrigantes de la historia rusa. ¿Cómo logró este hombre, sin títulos ni riquezas, ganar influencia en la corte imperial?
La figura del llamado «monje loco» mezcla realidad y fantasía. Sus habilidades como sanador y sus profecías le valieron tanto admiradores como enemigos. Los rumores sobre su resistencia física y escapes milagrosos alimentaron la leyenda de que poseía poderes sobrenaturales.
Durante sus últimos años, múltiples intentos fallidos de asesinato reforzaron el mito de su invulnerabilidad. Desde envenenamientos hasta disparos, cada ataque parecía confirmar su reputación de ser indestructible. Estos eventos oscurecieron la línea entre los hechos documentados y las creencias populares.
Conclusiones clave
- Nació en extrema pobreza, pero alcanzó influencia en la corte zarista
- Su apodo de «monje loco» reflejaba su conducta impredecible
- Los intentos de asesinato aumentaron su aura mística
- Su historia simboliza el declive del imperio ruso
- El debate sobre sus habilidades sigue sin resolverse
Contexto histórico y legado en la Rusia de los Zares
En 1905, un giro inesperado marcaría el destino de la dinastía Romanov. El zar Nicolás II gobernaba un imperio en crisis, mientras la Iglesia Ortodoxa Rusa y los nobles luchaban por mantener su influencia. La familia zar, refugiada en su palacio de invierno, enfrentaba problemas que iban más allá de la política.
El auge de la monarquía y la crisis en los últimos años del imperio
Los últimos años del régimen zarista mostraban grietas profundas. La industrialización acelerada creaba tensiones sociales, y las derrotas militares debilitaban al gobierno. En este contexto, la zarina Alejandra, de origen alemán, buscaba apoyo para su hijo enfermo.
La influencia de Rasputín en la familia Romanov
Todo cambió cuando el príncipe Alexéi, heredero al trono, sufrió una grave hemorragia. El campesino siberiano logró lo que los médicos de la corte no pudieron: estabilizar al niño. Este momento crucial lo convirtió en médico personal de confianza.
Su fama creció rápidamente, pero también las sospechas. La Iglesia Ortodoxa veía con recelo sus métodos poco ortodoxos, mientras los nobles temían su creciente poder. La familia real, cada vez más aislada, dependía de sus consejos hasta para decisiones de estado.
Orígenes místicos y la senda del monje errante

La transformación espiritual de Grigori Yefimovich comenzó como un vendaval en las heladas llanuras siberianas. Tras casarse en 1887 y perder a dos de sus cinco hijos, abandonó a su familia en 1892 para seguir un camino religioso. Este giro radical marcó el inicio de su viaje hacia el misticismo que lo haría legendario.
De campesino siberiano a figura controvertida
Su vida en el monasterio Verjoturie le dio estructura religiosa, pero pronto buscó algo más intenso. Los Jiystý, una secta marginal, practicaban rituales extremos: desde flagelaciones hasta ceremonias que mezclaban dolor y éxtasis. Aquí, el joven Grigori desarrolló su filosofía de sanación a través del sufrimiento físico.
Estos años formativos forjaron su reputación como médico espiritual. Sus métodos, aunque criticados por la Iglesia Ortodoxa Rusa, atrajeron a seguidores que creían en sus dones. Curiosamente, algunas prácticas de esta etapa influyeron en su rol como guía espiritual para familias años después.
La conexión con el monasterio y la secta Jiystý
La secta enseñaba que Jesús podía reencarnar en personas vivas, idea que Grigori adoptó para sus profecías. Aunque el monasterio fue su primer refugio, los Jiystý le dieron herramientas para combinar misticismo y teatralidad. Esta dualidad explica por qué algunos lo veían como santo y otros como charlatán.
Sus experiencias con la secta lo prepararon para el desafío más grande: tratar la hemofilia del heredero Romanov. La confianza adquirida en esos años de prácticas radicales sería clave para su ascenso en la corte zarista.
El enigma del Rasputín inmortal
La noche del 30 de diciembre de 1916 escribió el capítulo más oscuro de esta leyenda. Tres aristócratas rusos prepararon una trampa mortal con pasteles envenenados y vino cargado de cianuro. Contra toda lógica, el hombre que había sobrevivido a puñaladas y golpes seguía respirando horas después.
Intentos de asesinato: veneno, balas y otros métodos
En 1914, una mujer lo apuñaló cerca del estómago durante un paseo. Los testigos juraron verlo caminar por su cuenta hacia el hospital, desafiando las heridas. Este momento, documentado en crónicas históricas, consolidó su fama de invulnerable.
El último ataque incluyó cuatro disparos a quemarropa y un golpe fatal en la cabeza. Aún así, según relatos de la época, intentó levantarse antes de ser arrojado al río Nevá. Expertos modernos sugieren que el frío extremo pudo ralentizar los efectos del veneno, aunque el mito persiste.
Su historia, analizada en recorridos históricos, muestra cómo la desesperación del régimen zarista alimentó creencias sobrenaturales. Cada vez que escapaba de la muerte, su influencia crecía… hasta volverse imparable.