En los primeros años del siglo XX, una sensación teatral y científica capturó la atención de Alemania y más allá. Un equino llamado Clever Hans parecía resolver sumas, fracciones y dar la hora golpeando el suelo con su pezuña.
Su dueño, Wilhelm von Osten, un profesor aficionado, mostraba al público demostraciones que la prensa y la gente miraban con asombro. Las actuaciones incluyeron multiplicar, dividir y hasta distinguir tonos musicales.
La fama del fenómeno creció tanto que las autoridades y científicos iniciaron investigaciones formales. Más tarde, Oskar Pfungst demostró que Hans no calculaba en realidad.
La explicación fue que el animal respondía a señales sutiles del lenguaje corporal de quienes conocían la respuesta. Ese descubrimiento cambió prácticas científicas y ayudó a crear controles como el doble ciego.
Conclusiones clave
- Hans fue protagonista de una sensación mediática a comienzos del siglo XX.
- Las supuestas habilidades incluían operaciones aritméticas y reconocimiento de tonos.
- Wilhelm von Osten fue el entrenador que lo presentó en público.
- La investigación de Oskar Pfungst reveló las señales no intencionales.
- El caso impulsó mejoras en métodos científicos para evitar sesgos.
Contexto histórico y auge de Clever Hans en la Alemania de principios del siglo XX
A finales del siglo XIX, las ideas evolucionistas reconfiguraron el interés público por la mente de otras especies. En los principios del siglo XX, esa curiosidad creció y generó debates sobre qué distingue la mente humana.
Un público fascinado por la inteligencia animal tras las ideas de Darwin
La prensa alemana convirtió a algunos animales en protagonistas de historias asombrosas. Entre ellos, los caballos ganaron atención porque parecían mostrar capacidad para tareas humanas básicas.
Muchas personas acudían a demostraciones con mezcla de asombro y escepticismo. El interés social y científico abrió puertas a espectáculos que combinaban entretenimiento y investigación.
La fama de Clever Hans se alimentó de esa atmósfera. La Junta de Educación promovió una evaluación formal por el impacto que el fenómeno tenía en la opinión pública y en la ciencia.
Ese contexto no sólo celebró hazañas; también impulsó métodos para verificar reclamaciones extraordinarias. Así se sembraron prácticas que hoy consideramos básicas en investigación.
El caballo matemático: el espectáculo, su entrenador y las sorprendentes “respuestas”

Wilhelm von osten, presentado como profesor y aficionado al entrenamiento, usó pizarrón y abaco para enseñar a Hans. Von Osten combinaba clases y exhibiciones públicas.
Wilhelm von Osten: profesor y entrenador
Von Osten diseñó sesiones donde formulaban preguntas orales o escritas. El objetivo era mostrar que el animal podía ofrecer respuestas contando golpes.
Preguntas, operaciones y fracciones
Las operaciones incluían sumar, restar, multiplicar y dividir. Para fracciones, Hans golpeaba su pezuña en el suelo hasta alcanzar el número indicado.
Calendario, hora y tonos musicales
Además de números, se le atribuyeron tareas como decir la hora, ubicar fechas en un calendario y distinguir tonos musicales. Esas habilidades ampliaron la percepción de dominio.
Del establo a la fama y fallos en el show
Las presentaciones atrajeron prensa y personas de toda Alemania. Cuando el show fallaba, la tensión aumentaba y las reacciones alimentaban tanto asombro como dudas.
| Aspecto | Descripción | Impacto |
|---|---|---|
| Entrenador | wilhelm von osten, profesor con métodos de aula | Credibilidad educativa |
| Método | preguntas orales/escritas y conteo de golpes | Formato visual para el público |
| Habilidades | operaciones, fracciones, horas, tonos musicales | Impresión de inteligencia múltiple |
| Reacción | Aplauso o escepticismo según el éxito | Mayor cobertura mediática |
Del asombro a la ciencia: investigación, resultados y el efecto Clever Hans
Una investigación oficial transformó la sensación pública en un estudio riguroso sobre señales y comportamiento. La Junta de Educación encargó una evaluación que reunió a expertos para entender qué ocurría durante las demostraciones.
La Comisión Hans
Carl Stumpf encabezó una comisión de 13 miembros que incluía desde un veterinario hasta el director del zoológico de Berlín. La mezcla de perfiles aportó miradas variadas.
En septiembre de 1904 la comisión concluyó que no existía fraude deliberado, lo que cambió el foco hacia mecanismos no conscientes.
Los experimentos de Oskar Pfungst
El psicólogo Oskar Pfungst diseñó pruebas controladas en 1907. Aisló al sujeto, usó anteojeras y rotó interrogadores para eliminar pistas externas.
En ensayos donde el interrogador conocía la solución, los resultados fueron muy distintos a cuando no la conocía.
Datos y señales involuntarias
Los números hablan por sí solos: 89% de aciertos con interrogador informado y 6% cuando no lo estaba. Ese contraste explicó el efecto clever.
Pfungst detectó señales sutiles: cambios de postura y tensión facial que indicaban la respuesta correcta. El lenguaje corporal actuó como guía involuntaria.
| Aspecto | Intervención | Impacto |
|---|---|---|
| Comisión | Revisión por Carl Stumpf y 13 expertos | Descartó fraude deliberado |
| Experimento | Aislamiento, anteojeras y cambio de interrogador | Controló variables y redujo pistas |
| Resultados | 89% vs 6% | Prueba del efecto clever hans |
| Método | Estándares como doble ciego | Mejoraron la validez de estudios |
Estos hallazgos impulsaron el uso de protocolos doble ciego y la estandarización con computadores para reducir la influencia de las personas. Para leer un análisis histórico y metodológico, consulta este estudio histórico y una revisión sobre efectos del experimentador en la investigación: revisión académica.
Conclusión
Conclusión
Lo que parecía un prodigio numérico terminó siendo la lectura de gestos y microseñales. Las pruebas confirmaron que no había cálculo real, sino una sensibilidad extrema del animal frente a pistas humanas.
Ese hallazgo consolidó el efecto Clever Hans y cambió la forma de diseñar experimentos. El rol de von osten y del público fue clave: la fama nació en el picadero y la investigación la reinterpretó.
Hoy, la lección sigue vigente: aplicar controles como el doble ciego ayuda a obtener una respuesta correcta sin contaminación por señales involuntarias. Mirar este episodio con curiosidad crítica mejora cualquier estudio donde intervenga interacción humana.